La historia política del mundo tiene especial recordación
cuando del ejercicio del poder se refiere. Al analizar las diversas épocas
siempre destacan dos aspectos, el humanismo y el personalismo
El primero se caracterizó por los cuerpos colegiados donde
las personas de la tercera edad considerados como sabios impartían dogmas de
conducta que remediaban en lo posible mediante el respeto de la palabra o norma
escrita la convivencia y el funcionamiento del estado.
El yoismo, distinguido por el culto a la personalidad y el
seguimiento al líder hasta el costo de pérdida de vida a voluntad o capricho
del mandador o jefe, es la regla del conquistador es la norma.
Naciones que hablaron de democracia cultivaban el alma.
Atila, jefe de la tribu de los hunos (434 dC hasta 452 dC)
se convirtió en leyenda de la historia de Europa. Se le recuerda como el
paradigma de la crueldad, la destrucción y la rapiña. Algunos historiadores lo
han retratado como un rey grande y noble por dar regalos. A la muerte de Atila
el acaudalado y todopoderoso; de los hunos nadie se acuerda, nada heredó la
humanidad. La historia para representar a Atila expresa: “Donde pisa Athor, el
caballo de Atila, no vuelve a crecer la yerba”.
Hugo Chávez, cuando fue electo presidente, recibió un país
inmensamente próspero fundamentado en los ventajosos precios del petróleo, los
cuales sobrepasaron los cien dólares por barril. Además, la existencia de
riquezas acumuladas como reservas se supone le permitiría planificar sin
sobresaltos el futuro de los venezolanos. La seguridad del ciudadano estaba en
manos del policía aunque su eficiencia estaba puesta en duda; los índices no lo
reflejaban la crisis actual.
Este había prometido justicia en la distribución de los
ingresos, los cuales se debían recalcular ante la pobreza existente en la
población.
Chávez, un oficial quien se aventura a dar un golpe de
estado contra el presidente constitucional Carlos Andrés Pérez, gana la
elección para la última escogencia del siglo.
Desde ese momento hasta ahora manejó miles de millones
dólares, pero poco, muy poco era para el pueblo venezolano. Se alía con las
fuerzas antidemocráticas de la región y le hacen creer estos que puede
permanecer eternamente en el poder. Lo convencen que puede hacerle creer a los
votantes que es el Mesías prometido para América Latina. Todo a cambio de
dinero, claro.
La dictadura hermanada castrocomunista le innova ver al
inexperto dirigente que Cuba bien podría hacer de enlace para junto a otras
geografías arrodillar a los Estados Unidos. Chávez, engolosinado, volvió polvo
la hacienda pública y convirtió en acaudalados a presidentes y sus adláteres.
Deja una herencia de odio, práctica llevada a cabo por
quienes le acompañaron en el gabinete. Persiguió a las personas por su
presencia física, formación cultural y disentir de su gobierno.
La venganza fue un arma que ejerció en conchupancia con
tribunales de justicia y hasta se mofaba de haber puesto presa a una juez y
encarcelar a miembros de las clases sociales industriales y profesionales del
terruño, sin juicio.
Todo ello bien podría ser suficiente razón para ser
discutido desde diferentes ángulos; lo que sin duda no tiene parangón y
justificación alguna es haber llevado a Venezuela a los primeros lugares de la
corrupción y a Caracas como la segunda ciudad más insegura del mundo.
150,000 muertos en manos del hampa, esto a razón de 52
muertos por día en el primer semestre del año 2012, además de observar que el
92% de los delitos criminales no son castigados, lo convierte para la historia
en el patrón de los delincuentes y la sociedad de cómplices de poderes públicos
en la nacionalidad. Los hijos de Bolívar poseen hoy una moneda devaluada, una
inflación volátil y en los anaqueles nada que comprar; ¡qué legado!
Los venezolanos debemos ponernos como meta volver a la
convivencia ciudadana cambiando el discurso de confusión por el cafecito
mañanero y la envidia por el ejemplo a seguir.
Nos esperan momentos difíciles pero la hora llegó. Busquemos
la paz pero tomemos la calle exigiendo nuestros derechos. Debe cesar el robo,
el pillaje y la impunidad. Junto a Dios lograremos con valor y amor volver por
el camino de la hermandad, el finado se lleva el odio en sus entrañas.
Corao