marzo 06, 2013

Chavez: muerte de un dictador


 
La historia política del mundo tiene especial recordación cuando del ejercicio del poder se refiere. Al analizar las diversas épocas siempre destacan dos aspectos, el humanismo y el personalismo
El primero se caracterizó por los cuerpos colegiados donde las personas de la tercera edad considerados como sabios impartían dogmas de conducta que remediaban en lo posible mediante el respeto de la palabra o norma escrita la convivencia y el funcionamiento del estado.
El yoismo, distinguido por el culto a la personalidad y el seguimiento al líder hasta el costo de pérdida de vida a voluntad o capricho del mandador o jefe, es la regla del conquistador es la norma.
Naciones que hablaron de democracia cultivaban el alma.
Atila, jefe de la tribu de los hunos (434 dC hasta 452 dC) se convirtió en leyenda de la historia de Europa. Se le recuerda como el paradigma de la crueldad, la destrucción y la rapiña. Algunos historiadores lo han retratado como un rey grande y noble por dar regalos. A la muerte de Atila el acaudalado y todopoderoso; de los hunos nadie se acuerda, nada heredó la humanidad. La historia para representar a Atila expresa: “Donde pisa Athor, el caballo de Atila, no vuelve a crecer la yerba”.
Hugo Chávez, cuando fue electo presidente, recibió un país inmensamente próspero fundamentado en los ventajosos precios del petróleo, los cuales sobrepasaron los cien dólares por barril. Además, la existencia de riquezas acumuladas como reservas se supone le permitiría planificar sin sobresaltos el futuro de los venezolanos. La seguridad del ciudadano estaba en manos del policía aunque su eficiencia estaba puesta en duda; los índices no lo reflejaban la crisis actual.
Este había prometido justicia en la distribución de los ingresos, los cuales se debían recalcular ante la pobreza existente en la población.
Chávez, un oficial quien se aventura a dar un golpe de estado contra el presidente constitucional Carlos Andrés Pérez, gana la elección para la última escogencia del siglo.
Desde ese momento hasta ahora manejó miles de millones dólares, pero poco, muy poco era para el pueblo venezolano. Se alía con las fuerzas antidemocráticas de la región y le hacen creer estos que puede permanecer eternamente en el poder. Lo convencen que puede hacerle creer a los votantes que es el Mesías prometido para América Latina. Todo a cambio de dinero, claro.
La dictadura hermanada castrocomunista le innova ver al inexperto dirigente que Cuba bien podría hacer de enlace para junto a otras geografías arrodillar a los Estados Unidos. Chávez, engolosinado, volvió polvo la hacienda pública y convirtió en acaudalados a presidentes y sus adláteres.
Deja una herencia de odio, práctica llevada a cabo por quienes le acompañaron en el gabinete. Persiguió a las personas por su presencia física, formación cultural y disentir de su gobierno.
La venganza fue un arma que ejerció en conchupancia con tribunales de justicia y hasta se mofaba de haber puesto presa a una juez y encarcelar a miembros de las clases sociales industriales y profesionales del terruño, sin juicio.
Todo ello bien podría ser suficiente razón para ser discutido desde diferentes ángulos; lo que sin duda no tiene parangón y justificación alguna es haber llevado a Venezuela a los primeros lugares de la corrupción y a Caracas como la segunda ciudad más insegura del mundo.
150,000 muertos en manos del hampa, esto a razón de 52 muertos por día en el primer semestre del año 2012, además de observar que el 92% de los delitos criminales no son castigados, lo convierte para la historia en el patrón de los delincuentes y la sociedad de cómplices de poderes públicos en la nacionalidad. Los hijos de Bolívar poseen hoy una moneda devaluada, una inflación volátil y en los anaqueles nada que comprar; ¡qué legado!
Los venezolanos debemos ponernos como meta volver a la convivencia ciudadana cambiando el discurso de confusión por el cafecito mañanero y la envidia por el ejemplo a seguir.
Nos esperan momentos difíciles pero la hora llegó. Busquemos la paz pero tomemos la calle exigiendo nuestros derechos. Debe cesar el robo, el pillaje y la impunidad. Junto a Dios lograremos con valor y amor volver por el camino de la hermandad, el finado se lleva el odio en sus entrañas.

Corao