El día que salió de Venezuela había 32 personas en silla de
rueda esperando para ser montadas en el avión de Air Europa con destino
Barajas, según le dijo la azafata que la subió a la aeronave. “Éramos un
hospital volando”, recuerda Beatriz sobre aquella noche del 6 de julio de 2017
en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, en Caracas. A sus 51 años dejaba
atrás el país donde había residido toda su vida. Allí había sido profesora de
Historia de la Arquitectura y empresaria de la bisutería. Portaba su pasaporte
francés, nacionalidad que heredó de su padre, y todos sus ahorros.
En Venezuela contrajo hace 15 años un asma bronquial que le
hacía toser hasta sangrar y que no había podido tratar por la falta de
medicina. Con el paso de los años le diagnosticaron una fibrosis pulmonar, que
solo podía ser curada con un trasplante, pero un nuevo pulmón era un sueño
imposible si permanecía en el país sudamericano, donde el sistema de salud ha
colapsado por completo.
El fenómeno de los emigrantes enfermos de Venezuela ha sido
denunciado por organizaciones internacionales. Amnistía Internacional advirtió
en marzo que “miles están huyendo de una situación agónica que ha convertido
enfermedades curables en cuestiones de vida o muerte”. Hay escasez de
medicinas, vacunas y suministros médicos tan básicos como gasas estériles,
jeringuillas o alcohol, según la Federación Farmacéutica de Venezuela,
Fefarven.
Antes de tomar su avión a España, había vendido su casa de
cuatro habitaciones en Barquisimeto, llegó a España con unos 13.000 euros en
mano. Sus últimos recuerdos antes de salir de Venezuela el año pasado son de la
miseria absoluta. Como otros venezolanos de toda condición económica se pasaba
el día buscando comida y medicinas. “La enfermedad de Beatriz no tiene
otra cura que un trasplante de pulmón pero en su caso está contraindicado”, por
sus problemas de corazón, dice una de las doctoras que la ha tratado en Madrid,
Diana Chiluiza. Su corazón también está muy debilitado como consecuencia del
sobresfuerzo por la falta de oxígeno en los pulmones. “Por poner una analogía
su corazón es como el de una persona de 90 años”.
Como otros venezolanos en albergues de Madrid, Begoña siente
remordimiento a la hora de ser crítica con la ayuda que ha recibido. Piensa que
el sistema benefactor español es “extremadamente generoso”, a pesar de todo:
“Aquí tengo comida, techo y calefacción. En Venezuela estuviera muerta hace
rato”.
Quando Beatriz lasciò il Venezuela c’erano anche altre 32
persone su sedia a rotelle, aspettavano d’imbarcasi sul volo Air Europa per
Madrid. “Eravamo un ospedale volante” ricorda, riferendosi a quella sera del 6
luglio 2017 nell’aeroporto di Maiquetía a Caracas. A 51 anni lasciava il paese in
cui è vissuta da sempre. È stata professoressa di Storia dell’Architettura e
imprenditrice di bigiotteria. Portava via il passaporto francese ereditato da suo padre e
tutti i suoi risparmi.
Ammalatasi di asma bronchiale che le procurava una tosse
fortissima al punto di farla sanguinare, non ha potuto curarsi in Venezuela per
mancanza di farmaci. Con il trascorrere degli anni le hanno diagnosticato una
fibrosi polmonare, che poteva essere curata solo con un trapianto, ma un
polmone nuovo era solo un sogno restando in Venezuela, dove la sanità è
completamente collassata.
Il fenomeno degli emigranti venezuelani ammalati è stato
segnalato da organizzazioni internazionali. Amnesty International ha allertato
che sono migliaia coloro che fuggono da una situazione disperata che ha
trasformato malattie incurabili in questioni di vita o di morte. La carenza di
medicine, vaccini e forniture mediche come semplici garze sterili,
disinfettanti, è ormai la realtà secondo la Federazione Farmaceutica del
Venezuela, Fefarven.
Prima di partire per andare in Spagna, Beatriz ha venduto la
sua casa di Barquisimeto, è arriva a destinazione con 13.000 € tra le mani. I
suoi ultimi ricordi prima di lasciare il Venezuela sono quelli di una completa
miseria. Come altri venezuelani trascorreva la giornata alla ricerca di cibo e
medicine. Uno dei medici spagnoli dice che la malattia di Beatriz non ha altra
cura che un trapiando di polmone che nel suo caso è controindicato per gravi
problemi cardiaci.
Grata al sistema sanitario spagnolo per avergli dato cibo,
riscaldamento e un tetto. In Venezuela sarebbe morta da un pezzo.
[versione italiana familiafutura.com]
@cosmodelafuente
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