“Nadie siembra en
tierras áridas”
Los políticos son miembros de organizaciones que saben muy bien cuál es el negocio del hambre, la miseria y la ignorancia, donde ellos se lucran y llenas sus cuentas bancarias gracias a los creyentes.
Los socialistas a los que se les conoce como de izquierda son los que más se benefician de una sociedad con bajos recursos económicos, en donde la envidia y el resentimiento está a flor de pie.
Los políticos y sus hijos los pobres… Son los pobres los que abonan sus campañas, los políticos con sus promesas de buenos padres logran conseguir el favor de los necesitados en las elecciones, creyentes de ganar la lotería sin comprar el boleto.
La falta de dinero se ha convertido en la mejor fuente de votos para los populistas y demagogos, llegando a plazas ofreciendo bienestar, educación y alimentación sin ni siquiera saber cómo conseguir un peso para lograrlo. Los políticos han hecho de sus hijos pobres, la masa de sus fortunas, culpando a los capitalistas de sus males y de su infortunio, cambiando su modo de pensar, volviéndose amigos de lo ajeno y enemigos de la propiedad privada.
En estos tiempos de pandemias inventadas, donde convierten un virus en un gran negocio, donde un tapabocas salvará el mundo, son los creyentes los que terminan dando las gracias a quienes los terminaron de arruinar, por salvarles la vida.
Los políticos son como los clérigos, anunciando milagros a cambio de obediencia, milagros que se verán dentro de una sociedad desprotegida porque son ellos los elegidos, los que por no poseer riquezas entrarán al reino de los cielos. Los políticos y sus hijos los pobres, son la combinación perfecta para ver un país sometido por la delincuencia y la corrupción, donde los políticos les llevarán la comida a sus hijos sin derecho a protestar o reclamar.
Cuando los ciudadanos se den cuenta que la pobreza metal es más cruel que la pobreza material, dejarán de estar creyendo en estos socialistas de oficio, de estos encantadores de pendejos y estafadores de profesión.
Hay que recordarles a los hombres de escasos recursos que con la iniciativa y la voluntad se puede llegar a tener riquezas sin esperar que sea otro quien le regale el pan duro, ese pan que tendrá que ablandar con obediencia y sumisión.
Hay que quitarle la tapa a la caja de la fortuna, esa caja que tiene todo el mundo que se llama inteligencia, de donde salen los grandes sueños y empresas por construir, donde está el futuro del que no se deja engañar por políticos tramposos y traidores.
“El camino hacia la riqueza depende fundamentalmente de dos palabras: trabajo y ahorro”. Esta frase dicha por el estadista y científico estadounidense Benjamín Franklin, es una de las frases que no se le escuchara a un socialista en campaña.
“El hombre que muestra su pobreza para conseguir un centavo, sólo está cavando su miseria”
Luís Córdoba Reyes
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